El Maestro del Espejismo: Una Fábula sobre el Ego y la Vanidad en el Karate
En el pacífico pueblo de Dojoichi, conocido por su fervor por el karate, vivía un hombre llamado Goro. A pesar de su conocimiento superficial del karate, Goro se autoproclamaba "Maestro Supremo". Su dojo, adornado con fotos suyas y trofeos obtenidos solo por participar en eventos irrelevantes, reflejaba su inflado ego más que su habilidad real.
Goro había heredado su dojo, sus conocimientos eran muy escasos, y los pocos alumnos que tenía tenían un nivel realmente bajo, hasta que llegó a su dojo el Sensei Takeda, un karateka muy reconocido por su destreza, había entrenado a muchos campeones, inculcando no solo la técnica, sino también la filosofía y el honor del karate. Gracias al prestigio del sensei Takeda el dojo se fue llenando cada vez más. Sin embargo, Goro aprovechó la oportunidad para tomar el control mediante mentiras y manipulaciones, aprovechando el carisma del maestro Takeda comenzó a llenar sus clases incrementando considerablemente su número de alumnos, haciéndose pasar por un verdadero maestro.
Goro carecía del conocimiento profundo y la disciplina que caracterizan a un verdadero maestro. Sus clases estaban llenas de palabras grandilocuentes y demostraciones teatrales que, aunque impresionaban a los inexpertos y los incautos, carecían de sustancia. Casualmente los pocos alumnos que lograban algún éxito en las competiciones eran aquellos que habían sido formados bajo la guía de Sensei Takeda, y no gracias a las enseñanzas de Goro.
Para mantener su fachada, Goro magnificaba los pequeños logros de los alumnos que no habían sido formados por él. "Eres un gran campeón," decía a sus alumnos tras cada pequeño logro, inflando sus egos y haciéndoles creer que estaban al nivel de los grandes karatekas. Estos "campeones" nunca se habían enfrentado a karatekas de buen nivel, evitando así el desengaño que inevitablemente llegaría.
Un día, se anunció un torneo regional oficial en Dojoichi donde estarían los mejores. Goro, confiado en su confusa capacidad, inscribió a sus alumnos, seguros de una victoria fácil. Sin embargo, la realidad fue distinta. Todos los alumnos de Goro fueron derrotados rápidamente.
La caída de Goro sirvió como una lección para todos en Dojoichi. Los alumnos que habían sido engañados recibieron un golpe de realidad: algunos siguieron compitiendo y fracasaron una y otra vez, otros simplemente dejaron de ir a competiciones, y la gran mayoría terminó por dejar el karate.
En el mundo del karate, como en la vida, no hay atajos hacia la verdadera maestría. La farsa y el engaño pueden llevarte solo hasta cierto punto. La verdadera grandeza proviene de la dedicación, el respeto y el profundo conocimiento del arte. Así, la fábula de Goro, el falso maestro, perdura en Dojoichi, recordando a todos que el camino del karate está pavimentado con verdad y honor.
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